domingo, 15 de junio de 2008

Mitla 7 Sept.

"Jesus mio misericordia", uno de esos Cristos sangrantes de las iglesias con los que se topa en todos los pueblitos tristes de adobe en México: entre los trece minutos después de las 12 y arrojé una enorme moneda mexicana de cobre en la alcancía de yeso sostenida por un monaguillo también de yeso de metro y medio de altura a un costado de la entrada, me sobresalté por el ruido metálico de la moneda al chocar con el falso fondo de la alcancía y al descender por el interior de la estatua misma sostenida en un estrado de madera hueca, la pesada moneda golpea la base hueca con un ruido áspero. En el interior de la iglesia, no hay uno sino tres cristos ensangrentados, no estirado sobre un bastidor verde jardín, como una jaula de pájaros, en realidad no es exactamente un bastidor sino algo así como una camilla con agarraderas y encima una jaula de rejas verdes, como las camillas empleadas en competencias deportivas para sacar a las víctimas fuera del campo de fútbol, ¡sáqueme entrenador! ¡Ya fue suficiente! Es tu turno en el campo, nene, es tu turno en la cruz. ¿Qué son esos agujeros de clavos en mis manos? El cristo no rebasa el metro y medio de altura, la cabeza y los pies son de madera, extendidas bajo una blanca sábana de muselina, exhibe únicamente la cabeza coronada de espinas, como un inválido dormido en su lecho, con la frente y los labios empapados de sangre, la camilla se extiende verde por encima de él como una reja de jardín con flores de papel blancas y azules ensartadas en tallos que trepan sobre Su Cabeza, y a un costado de la caja está escrito con caracteres manuscritos "Jesus mio misericordia" ...Me tambaleo hacia el exterior, hacia el sol y cruzo a través de un grupo de turistas mexicanos vomitados de un autobús turístico, que parpadean a través del brillo de las cámaras y los lentes para el sol...